La casa está blanca


Desde que Pep Guardiola tomó los riendas del Barsa, allá por 2008, acaparó los flashes del fútbol mundial. Su estilo de juego consiguió poner en las sombras, por más de media década, a su eterno rival. Más allá de los resultados obtenidos, el conjunto catalán era elogiado por las formas en que los buscaba y encontraba, mientras que el Real Madrid corría siempre desde atrás. Pero todo ciclo termina, y al parecer los roles se empezaron a invertir en la pasada temporada.

José Mourinho comandó al conjunto madridista durante esos años de ocaso, y además de ser el conductor técnico del equipo, sabía como concentrar la atención de periodistas y rivales, lo cual lo colocaba en un permanente rol protagónico. Y es aquí donde comenzaron a notarse los cambios de esta nueva era. Comienzo de temporada 13-14. Cambio en el banquillo del Real. Salió Mou. Entró Carlo Ancelotti, desconocido para muchos. Técnico italiano, de español pobre y perfil bajo que logró poner a los jugadores sobre el entrenador; al equipo sobre las individualidades. En las conferencias de prensa se escuchó más de fútbol y menos de conventillo.

Cristiano Ronaldo es el centro del segundo y gran cambio futbolístico. No porque él haya cambiado sus gestos técnicos o su forma de juego. Lo que mutó fue el entorno que lo rodea: los espacios y las características de sus compañeros. El Real decidió dejar atrás un estilo verticalista para dar lugar a la posesión y a la rotación desreferenciada en la zona de medios. Para ello necesitó pensar distinto a la hora de fichar y ceder. Dejó ir quizás al jugador más desequilibrante de la pasada temporada. Ángel Di María. Se reforzó, en cambio, con dos jugadores que por sus características podrían haber sido contratados por Barcelona: Toni Kross y James Rodriguez.
Estas incorporaciones dieron lugar al armado de una línea de volantes en la cual todos pueden ser internos. Son también ejemplo Isco y Modric. Gareth Bale ha quedado relegado a los segundos tiempos. Por lo cual, el frente de ataque es ahora más amplio. Cuenta sólo con dos delanteros de referencia (generalmente Benzemá y CR7). Ambos pueden moverse hacia los laterales, intercambiar posiciones, jugar como -falsos- extremos. Cuando los extremos eran verdaderos -Di María, Bale- el portugués se veía condicionado a jugar sólo como un potente centrodelantero. Hoy tiene 30 metros más de la cancha, en los cuales puede hacer pesar su velocidad.

Le ha costado doce años de espera al Madrid llegar a la décima orejona. Las sensaciones indican que la siguiente no está tan lejos. A menos que se topen con un viejo y conocido enemigo, ahora mentor del Bayer Munich.