Mucho peor que jugar sin nueve, es jugar cada partido sin dirigentes ni cuerpo técnico que den la talla.
Hace
unos cuántos años, el gran Dante Panzeri nos enseñó que 'el fútbol es
la dinámica de lo impensado'. Y vaya si tenía razón: las complejidades
de un deporte único permiten que adentro de una cancha pueda pasar
cualquier cosa. Sin embargo, durante décadas hemos confiado en exceso en
el Dios Azar, sin pensar que lo sucede en un campo de juego (por
ejemplo, cada 4 años) también puede ser el resultado de las acciones u
omisiones que ocurren afuera.
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Sudamérica ha sido históricamente la materia prima del fútbol mundial. Desde hace tiempo, los capitales se concentran en el viejo continente. Los mejores jugadores de cada país actúan en Europa y cada vez que las selecciones nacionales los convoca, deben viajar no menos de 24 horas para jugar dos partidos en cinco días, e incorporar funciones y destrezas muchas veces distintas a las que practican cada fin de semana en sus clubes.
Sudamérica ha sido históricamente la materia prima del fútbol mundial. Desde hace tiempo, los capitales se concentran en el viejo continente. Los mejores jugadores de cada país actúan en Europa y cada vez que las selecciones nacionales los convoca, deben viajar no menos de 24 horas para jugar dos partidos en cinco días, e incorporar funciones y destrezas muchas veces distintas a las que practican cada fin de semana en sus clubes.
Sin proyectos a
largo plazo, que nos alejen de las histerias cotidianas,
veremos en cuatro años un nuevo paso el falso. Independientemente de
algún resultado, deberíamos preguntarnos qué queremos ser, a qué
queremos jugar, cómo lo vamos a lograr. Los nombres aparecerían,
entonces, por decantación, por peso propio, por afinidad con la línea
definida. No resulta coherente oscilar entre conductores con
visiones de juego marcadamente contrarias. Así sucedió en las últimas
transiciones: de Sabella a Martino; de Martino a Bauza y de Bauza y
Sampaoli.
En los últimos 12 años la
Selección Argentina tuvo 8 entrenadores diferentes. Tres mundiales que
supimos desperdiciar. De no ser por cuestiones contractuales, el noveno
ya sería conocido. Mientras tanto, en el mismo período, Uruguay es
conducida por el mismo DT, el Maestro Tabárez.
Dar continuidad a una línea de trabajo no garantiza
resultados en sí mismo, pero achica los márgenes de error, da
predecibilidad y genera una hiperestructura que contiene a los
futbolistas. Paradójicamente, es en este marco donde el jugador puede
encontrar sus espacios de libertad donde le corresponde, en el verde
césped.