Los viejos y nosotros














No es nada nuevo, en febrero ya lo habían intentado.
Un error en la fórmula de cálculo de los jubilados dejaba a los jubilados con algunos pesos menos, y al estado con miles de millones más. Pero dieron marcha atrás.

Hoy, a semanas de una elección que ratificó el rumbo, el recorte tiene nombre de reforma con fuerza de ley. Algunos dicen que es el FMI, otros dicen que es mero convencimiento monetarista: la explicación de que hay poco y no alcanza para todos. En cualquier caso, no deja de ser una declaración de principios sobre las prioridades de un gobierno.

Y así como nos fuimos acostumbrando a aceptar que las jubilaciones sean flacas; así como mirábamos por la tele el rugir las ollas populares frente al llanto de Cavallo; así como vimos el recorte del 13% antes de que el 2001 se nos caiga encima; así como nos quedamos callados cuando vetaron el 82% móvil y dejaron morir a miles sin pagarles su juicio; así nos preparamos para participar de la misma escena repetida: Poder político en ascenso, medios de comunicación complacientes y el ajuste siempre del mismo lado de la reja.

En mis años mozos, mi vieja me solía decir que una sociedad de valoraba por cómo cuidaba de sus niños y sus viejos.
Hoy, lamentablemente abundan las chances de dar un paso atrás. Uno más.