20 de Julio



Ni se te ocurra pensar que, por estas horas, te voy a escribir para rendir honores a eso que llaman amistad, el más puro de los rótulos.

Ni se te ocurra pensar que voy a encuadrar nuestra relación para que se regocijen los que se creen dueños del marketing y las fechas comerciales.

Ni se te ocurra pensar que las palabras alcanzan; y que las voy a usar para definir y así limitar lo que cada día tiene un color nuevo.

Ni se te ocurra pensar que le voy a poner un título, para que los demás comprendan lo que, a veces, nosotros no podemos.

Ni se te ocurra pensar que voy a categorizar, a enmarcar cada abrazo, cada minuto compartido.

Ni se te ocurra pensar que tiene un nombre conocido, eso que nos une cada vez que se te cae una sonrisa, y me desborda; o cuando una desubicada lágrima se atreve a dejarse ver y me desespera.

No, ni se te ocurra pensar que las letras pueden explicarlo.

Ni se te ocurra pensar que deseo algo distinto a que hoy, como siempre, vivas el más feliz de los días.


Érase una vecina



La vecina tiene claras
la mirada y las ideas;
Retumban sus pies en el cuarto piso,
y adonde quiera caminar.
Cuando le plantan certezas
ella abriga la psicología,
y elige, profundo, socavar.


Compañera en el vino,
es experta en maridar:
cincuenta kilos de libertad
y una pizca de cordura.
Ingenuo quien quiera erigirse
monopolio de su cintura.



Y si se acercan nubes densas,
mantené tus pestañas alertas
Una explosión en el cielo
puede llevarte a su puerta.

A la vecina le brillan los ojos
y las convicciones,
Su piel se tensa en armadura y refugia
un alma tierna de intensas emociones.
Y aunque la pretendan cercar
ella se sube a la sociología
y prefiere, lejos, cabalgar.

Está siempre enamorada,
el espejo le da motivos,
la cámara la razón.
Bendito quien pueda ungirse
compañero de su corazón.

Pero si la noche se cierra, profunda
demorá un poco el descanso,
un tronar y sus latidos
pueden llevarla a tu remanso.








Mariposa de invierno



Caminabas de prisa,
renovando el incienso;
los relojes puntuales
nunca fueron tu acento

Mi palabra, tu risa: magia de los encuentros;
aires verdes soplaban, empujaban lo nuevo,
alma inquieta y sorora, cuna de los misterios;
un dolor y un Lacán te llevaban tan dentro.

Remolino de dudas,
Mariposa de invierno,
no recortes tus alas
porque nada es tan serio.

Añoradas se quedan
las infancias perdidas;
la quietud de los sueños
que se quede dormida

No le cuentes a nadie el secreto del tiempo,
permanezcan ocultos los licores del viento;
yo prefiero saber que me abrazan tus ojos,
y la redondez de tus hombros perfectos

Nubarrones de angustias
Mariposa de invierno,
no detengas tu vuelo
lo que no sobra es tiempo.