La interminable capacidad de autodestruirnos




En los últimos años hemos sabido elegir gobiernos que nos han sumido en una decadencia permanente. Esta vez, a la acumulación de problemas económicos y de seguridad sin resolver, tenemos la chance de sumarles problemas de otro orden más complejo.

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El hombre de la motosierra apunta directamente a los pocos pilares que hoy se sostienen con razonable funcionamiento en nuestra sociedad. Por más que la democracia tenga este sabor a poco, relativizar la tragedia sistemática de la dictadura militar desconoce el dolor derramado y la madurez social posterior que permitió juzgar a los verdugos. ¿Cómo planifica una política de seguridad alguien que cree que en los años 70 solamente hubo excesos?¿Qué nivel de tolerancia tendría con los disidentes alguien que enarbola un discurso de Massera en pleno debate presidencial?

Por más que la Educación Pública ya no nos enorgullezca, discutir su gratuidad representa una involución de dos siglos, hasta tiempos anteriores a Sarmiento. ¿Cuántos de los enojados con el sistema somos hijos de la universidad pública?

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Milei se apropia política y gestualmente de un estado de ánimo colectivo absolutamente justificado. Sin embargo, basta correr un poco sus patillas para encontrar las limitaciones de sus propuestas.

Los cambios que nuestro país necesita requieren largoplazismo y múltiples consensos. Su dogmatismo extremo pareciera no conducirlo por estos caminos. Y las veces que se han intentado transformaciones por otras vías -violentas y expeditivas- desembocaron en daños irreparables -muertes y tambaleos institucionales- y además no pudieron sostenerse.

Por otra parte, el truco dulce que esconde el halloween libertario consiste en ocultar que los que deberán ajustarse los cinturones son sus votantes. Si el gasto público sufre los recortes anunciados, los más enojados con la situación actual serán sus primeras víctimas.

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La Libertad Avanza, ahora asociada a la casta macrista, carga además con preocupantes antecedentes. En Brasil, Jair Bolsonaro llegaba por fuera de la política y fue presidente por 4 años. Su gobierno terminó desconociendo la institucionalidad y llamando a un levantamiento cívico. Su hijo, Eduardo Bolsonaro, estuvo en el búnker de Milei el último 22 de octubre.

En Estados Unidos, Donald Trump prometía renovar la política norteamericana. Además de proponer la construcción de un muro para que los mexicanos no crucen la Frontera, incitó a sus seguidores a tomar el capitolio cuando los resultados electorales fueron desfavorables.

En ambos casos, además, se registraron períodos de deterioro del medioambiente y alza del racismo, la homofobia y el sexismo.


El horario de las visitas y los papeles

 Corría el año 2006 cuando los juicios por crímenes de lesa humanidad sumaban fojas y testigos. Provocante, desde el banquillo, miraba a las cámaras el ex comisario general Miguel Etchecolatz, jefe de la Policía Bonaerense durante la dictadura. El responsable de una enorme una red de centros clandestinos de detención y tortura donde había desaparecido miles de personas, tenía un papel entre las manos. 

Caligrafía irregular y tinta negra dibujaban un nombre: Julio Lopez. El viejo albañil que se animó a contar treinta años después lo que había sufrido, visto y oído. Días después de dar testimonio fue desaparecido para siempre, presuntamente torturado, esta vez en su vejez. Y aunque las recompensas se multiplicaron, nada se supo hasta hoy sobre Julio Lopez. 

En cambio, sí de Miguel Etchecolatz , quien murió en 2022 orgulloso de sus crímenes y preso. En otro de sus papeles solía tener agendadas sus visitas. Allí podía leerse el nombre de Victoria Villaruel, probable  vicepresidenta de la Nación.




Patos, leones y otras especies primitivas




Los escuchamos hablar en contra de los inmigrantes, como si por nuestras venas no corriera ADN de otras tierras. Como si nuestros amigos, hermanos o hijos no hubiesen decidido ya que emigrar es también un derecho humano.

Los escuchamos vociferar contra de la educación pública, como si muchos de nosotros no hubiésemos sido los primeros profesionales en nuestras familias. Como si nuestros impuestos no servirían para que las universidades argentinas sean reconocidas mundialmente.

Los escuchamos atacar los derechos laborales, como si las condiciones en las que vive y trabaja la mayoría de los hombres y mujeres de nuestros país tuvieran margen para ajustarse más todavía.

Los escuchamos maltratar los derechos de las minorías, como si la historia no nos hubiese enseñado que el odio es semilla para las atrocidades mejores justificadas.

Los escuchamos minimizar las inequidades de género, como si las mujeres no tuviesen que trabajar un tercio más para ganar lo mismo. Como si no sufriéramos un femicidio nuevo cada veintisiete horas, como si más de la mitad de los mismos no fuesen cometidos por parejas o ex-parejas.

Los escuchamos hablar mal de todas las funciones del Estado, excepto la del orden y las balas, siempre dispuestas a callar los mismos gritos. Como si el gatillo fácil no matase más de doscientas personas por año en nuestras pampas.

Los escuchamos a través de sus discursos livianos y efectistas, con sus simplificaciones y certezas absolutas. Como si no quisiéramos reconocer la complejidad de nuestra situación y la impostura de las recetas mágicas.

Los escuchamos alimentando los sentimientos más primitivos del electorado, como si tras cuarenta años de imperfecta democracia decidiéramos con nuestro costado más vil e inhumano.

Antes

Apoyó el vaso sobre la mesa y la miró con seguridad y detenimiento. Decidió que era el momento. Llevaban semanas redefiniendo las reglas del juego de seducción. Le sostuvo la mirada y con una mueca sobrada de picardía, habló:

 'Vos sabés que hoy vamos a hacer el amor, ¿no?'.

Podría pensarse que la afirmación envuelta en pregunta la descolocaría. Pero ella seguía ahí, con sus ojos claros y firmes. Le gustaba escuchar sus historias y en cada  encuentro se sentía envuelta placenteramente por sus palabras. 

Aunque lo miró con admiración, porque lo que más le atraía era su humor inteligente, se quitó el mechón de pelo de la frente y replicó con un golpe:

'¿Si? Mirá vos. Yo sentí que ya lo habíamos hecho'.