Coronavirus y la distribución de la riqueza



Para gran parte del mundo, el CoVid-19  se ha iniciado en las clases más altas de la sociedad.
Italia, el país más golpeado, tiene su epicentro en el norte más desarrollado.
Latinoamérica, completa, ha propagado su contagio a partir de quienes tienen la posibilidad de viajar a otras tierras más pudientes.
Desde hace un mes estamos en vilo tanto sanitaria como mediáticamente. Los países centrales nos suelen indicar agenda, esta vez con fundamentos marcados y ejemplos para no seguir.

Así, nos llegó la cuarentena para poner sensatez y freno anticipadamente, y evitar ser el espejo de los desbordes que todavía sufren sociedades más desarrolladas. Sin embargo, en nuestras tierras, el resultado de frenar la mayoría de las actividades es heterogéneo y puede llegar a ser crítico.
Mientras un grupo nos tenemos que preocupar por la higiene, la productividad a distancia, el ocio, y -con un poco de suerte- los cuestionamientos de un tiempo que nos sobra, otros miran el almanaque con desesperación: Empleadores que empiezan a hacer números con lápiz fino; Emprendedores sin mercado; Taxistas, con calles desiertas; Trabajadoras en negro, sin su mango semanal; Albañiles, Pintores, Plomeros que tienen que imaginar sus changas después de semana santa.

La teoría del derrame nos enseña que el capitalismo derrama riqueza desde arriba hacia abajo, aunque en la práctica, nos hemos cansado de comprobar que siempre fluye más rápido la malaria. Y en el sentido inverso.

¿Qué pasará, entonces, cuando el coronavirus llegue a los barrios populosos, donde las camas y los colchones se comparten más que los platos nutritivos?¿Qué sucederá cuándo los barrios que tienen servicios básicos deficitarios empiecen a contagiarse masivamente?¿Seguirá siendo preocupación mundial una vez que el coronavirus sea una enfermedad de pobres, y de muchísimos pobres?
¿Cómo se valorarán las muertes de los barrios humildes?¿Cómo las tratarán los medios?

Quizás hayamos tenido una primera respuesta el pasado martes, cuando en motines carcelarios -con fuertes argumentos sanitarios- murieron cinco presos en Santa Fe. Cinco! Por esas horas, los muertos en hospitales por la pandemia todavía no alcanzaban esa cifra. Sin embargo, nadie hizo hincapié en el dato y menos en considerarlos las primeras víctimas indirectas de un mal que nos aquejará largo rato.

Quizás, desde siempre, como planteaba Foucault, las cárceles sean también una forma de segmentación social.


Habrá mañana



Pasajero será este tiempo,
un paréntesis entre dos encuentros,
Viciado, tanto aire,
mudará su color tenso.

El sol nos dará de lleno en la cara,
y las miradas acuarentenadas,
se achinarán hasta hacerse lágrimas.

Reconoceré tu tacto impaciente,
como quien no posee otro sentido.
El café y tu piel volverán a fundirse,
y apagarán, por un rato, mi sed.

Agazapados, tus besos,
me esperarán en la niñez del otoño.
Y sonreiremos con dejadez,
con ese rictus ligero
que sólo confieren
las precisas proporciones
de amor y placer.