Pero



Casi llegaba a creer que el pasado rimaba con tu nombre,

pero hoy los jazmines se abrieron blancos, incandescentes.

Y se miraron con el sol, 

en la complicidad de quienes saben que somos ciclos.


Sin quererlo, ya me sentía acostumbrado a los desvelos sedientos

pero tu cuerpo emerge desde el fondo de los mares,

y cubierto por las sales 

me invita a liberarme de todas las amarras. 


Algunas mañanas forjaba la convicción del necesario desencuentro,

pero en las madrugadas me impregnan tus jugos más tibios,

aunque sigo ignorando si es el recuerdo de su olor,

o el olor de su recuerdo.

  

Podía afirmar que me estaba amigando con tu ausencia,

pero en silencio me asaltan tus besos cohesionados,

y se encadenan uno tras otro,

para aprisionar solo un deseo. 


Las certezas sobre las que caminaba  me hacían sentir blindado,

pero al mínimo intersticio me sorprende la tensión de tu piel

que pretende desafiar al tiempo y dejar latiendo

la sincronía de nuestro sexo.