Érase una vecina



La vecina tiene claras
la mirada y las ideas;
Retumban sus pies en el cuarto piso,
y adonde quiera caminar.
Cuando le plantan certezas
ella abriga la psicología,
y elige, profundo, socavar.


Compañera en el vino,
es experta en maridar:
cincuenta kilos de libertad
y una pizca de cordura.
Ingenuo quien quiera erigirse
monopolio de su cintura.



Y si se acercan nubes densas,
mantené tus pestañas alertas
Una explosión en el cielo
puede llevarte a su puerta.

A la vecina le brillan los ojos
y las convicciones,
Su piel se tensa en armadura y refugia
un alma tierna de intensas emociones.
Y aunque la pretendan cercar
ella se sube a la sociología
y prefiere, lejos, cabalgar.

Está siempre enamorada,
el espejo le da motivos,
la cámara la razón.
Bendito quien pueda ungirse
compañero de su corazón.

Pero si la noche se cierra, profunda
demorá un poco el descanso,
un tronar y sus latidos
pueden llevarla a tu remanso.








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