Colón irritable


El fútbol es, hace tiempo, el lugar donde los argentinos nos expresamos de manera más pasional. Alentamos, aguantamos y, por supuesto, somos exitistas al extremo.
En general, creemos que tenemos todo para ganar. Pecamos de optimistas, ignorando que en el fútbol -como en la vida- se pierde bastante a menudo. Y cuando se nos rompe esa ilusión, que tiene una necesaria y sana dosis de infantilismo, nos topamos con la realidad. Pasamos entonces, al segundo paso de nuestra histeria: el momento de buscar culpables.
Siempre nos queda más a mano acusar a alguien, responsabilizar a un otro por el objetivo no cumplido. Es pensar, nuevamente con ingenuidad, que cambiar una ficha moverá todo el tablero.
Así, cada vez que los resultados no acompañan, queremos ver sangre. Alguien tiene que pagar los fracasos, y a menudo se abortan procesos que estaban aún por nacer.

Las discontinuidades son un patrón en nuestro fútbol, que expulsa técnicos como un cuerpo que no puede procesarlos, una sociedad irritada que no tiene los tiempos para digerir pacientemente.
En este sentido, es muy curioso lo que sucede con Colón. Su entrenador lleva conseguido casi el 50% de los puntos es disputa. No es una cifra que muchos entrenadores puedan ostentar. Y si bien el equipo se cae en la tabla de promedios, Colón está por primera vez en su historia a 3 partidos de un título internacional. Es cierto que en el año 98 el club jugó semifinales en la copa conmebol, pero también lo es que tuvo que sortear solamente dos rivales para llegar a esa instancia.

Por otra parte, Colón llegó a octavos de final de la copa argentina, alcanzando su mejor actuación desde que la copa se reeditó.
Estamos pisando el mes de Septiembre y solamente dos clubes pueden jactarse de estar jugando triple competencia: el rojinegro y el multicampeón River.

En tres semanas se jugará, quizás, el partido más importante de la historia en el Cementerio de los elefantes, y resulta increíble que todos nos estemos encargando de no disfrutarlo, de no prepararnos como corresponde.
Si Lavallén dejase su cargo, vendría otro entrenador que diría que no ha elegido estos jugadores, que necesita tiempo para trabajar y volveremos a empezar, a dar vueltas en círculo, cometiendo además una gran injusticia con quién nos colocó en este lugar con sólo cinco meses al frente del plantel.

Es tiempo de sostener, de ser predecibles. No se puede vivir en el vértigo y el frenesí. Al menos si se pretende sinceramente no repetir errores. Debemos estar todos a la altura de una instancia tan importante. Jugadores, Dirigentes, Cuerpo Técnico, Medios de Comunicación e Hinchas. Es momento de sumar, de contribuir cada uno desde su lugar, para vivir de la mejor forma un momento único del fútbol santafesino.
El domingo tiene que reventar la cancha, y más allá de lo que suceda, el Mineiro nos tiene que encontrar unidos.

Es tiempo de alentar hasta el cansancio. Este 2019 la música todavía suena y no sabemos cuando nos van a prender las luces porque la fiesta se empiece a terminar. Ya habrá tiempo para sufrimientos. Mientras tanto, que Colón sea todo el año carnaval.

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