Gracias

Gracias. A los que alientan siempre, y a los hinchas del resultado. A los que pagaron la cuota durante toda la pandemia y a los que tuvieron que recortarla porque la olla llamaba primero. A los socios vitalicios y a los que sufren todavía por la radio. A los cuarenta mil que viajaron a Paraguay y a los que se quedaron embanderando la ciudad. 

Gracias. A los relatores que dejan el alma en cada emoción, y a los que no le salen las palabras. Al periodismo que analiza con rigor técnico y conocimiento de causa, y al que habla con el diario de lunes. A los que interpretan la responsabilidad de ser nuestra voz, y a los que creen que pueden decir cualquier cosa.

Gracias. A los dirigentes que trabajaron por esta utopía, y a los que pusieron primero sus intereses personales. Aunque a fuerza de lágrimas, de ellos también aprendimos. A los que apostaron a las divisiones inferiores y a los que no le pagaron en término a cada entrenador juvenil. A los que hicieron crecer cada tribuna y a los que hoy no pueden siquiera acercarse al Centenario.

Gracias. A los que dejaron la vida en cada pelota, a los que resignaron salario para masticar un sueño. A los que sienten la camiseta desde pibes y a los que se quedaron a jugar con más dudas que ganas. Gracias a los goles y a las atajadas, a las recuperaciones, a las proyecciones y a los centros mal tirados. 

Gracias. A los líderes que convencen, y a los convencidos. A la templanza de un entrenador, que con más futuro que historia ya no saldrá de nuestro corazón. Gracias a la línea de tres, a la línea de cinco, a la línea de cuatro en una semifinal, y a jugar sin delanteros el partido más importante de nuestra vida. A los cambios demorados, a las formaciones sin confirmar. Gracias por la hermosa habilidad de optimizar los recursos para disimular carencias y maquillar con una estrella las heridas y las ansias de 116 años.

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