Ab ortus


















Quizás me equivoque. Ojalá que el jueves estas líneas hayan sido solamente un presentimiento pesimista, pero creo que no tendremos ley verde esta semana.

¿POR QUÉ?

En febrero de este año, el poder ejecutivo habilitó -impensadamente- la discusión para despenalizar la interrupción del embarazo. En Argentina, habilitar significa no imponer, no requerir del alineamiento de todos los miembros partidarios. "Los legisladores tienen libertad de conciencia para votar según sus convicciones personales", aclaró Mauricio Macri. Es una forma de decir que casi nunca lo pueden hacer, que siempre deben priorizar otros intereses.

El debate propuesto por Cambiemos sorprendió a propios y extraños; hasta que Elisa Carrió puso un manto de claridad: "El presidente permitió la discusión porque le dijeron que el proyecto no salía". Candidatos que se presentan para no asumir, leyes que se exponen para no ser sancionadas. De a poco nos vamos acostumbrando a permanecer anestesiados.

El Gobierno Nacional ha movido nuevamente con astucia y delicadeza las piezas de su ajedrez comunicacional. Fueron seis meses donde se instaló una temática pendiente y postergada. Si el proyecto que decide dar gratuidad y legalidad al aborto no sale, más allá de la creciente conciencia social, habremos asistido a otra jugada duránbarbista siguiendo su caramelo en medio de los meses más turbulentos de la gestión oficial.

Los que deciden saben que la grieta es funcional a todo poder binario. El aborto corta a la sociedad desde la ética, la salud y la religión. Las bases electorales macristas son mayormente conservadoras, así lo refleja también la distribución de sus legisladores. Sería incómodo presentarle a este sector una derrota autogenerada.

Otra forma de explicar el giro feminisita del gobierno radica en la guerra fría con la Santa Sede. Macri le está mostrando los dientes a Francisco, una escenificación de poder, de cosa chiquita, mezquina.

HABLEMOS DE LA LEY

A grandes rasgos, la ley establece que se considera sujeto de derecho a un embrión a partir de la semana catorce. Este tiempo no es caprichoso: está en consonancia con la medida que los países más avanzados en materia de salud han fijado para el inicio de la vida. Por lo tanto, si aún no hay vida, interrumpir el embarazo no puede ser considerado delito. Resulta contracultural aceptarlo para quienes nos formamos con otro molde. Así como les habrá sucedido a los convencidos de la cuadratura de la tierra, a los que sostenían que la mujer no tenía alma, o que la homosexualidad era una enfermedad.

Por otra parte, el texto pretende que el Sistema de salud Argentino de cobertura gratuita a las mujeres que quieran practicarlo. El ministro de Salud de la Nación explicó que el eventual costo del aborto legal resultaría menor que los actuales gastos en que se incurre para salvar un aborto mal practicado.

El proyecto empodera a la mujer, discute la soberanía sobre su cuerpo, hoy denegada. El aborto legal es una forma de igualación social y de género, garantiza derechos y no se desentiende del concepto de vida. Más bien lo contrario, la enmarcar, la redefine, le pone fecha de inicio científica.

Es una ley moderada. Desnaturalicemos lo preestablecido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario