La bahía todavía respira erotismo feminista


Anaïs Nin, tal vez francesa, tal vez estadounidense. Escritora, con seguridad.

Anaïs Nin, quizá incestuosa, quizá bisexual, quizá adúltera. Certeramente, libre.

"Desprecio las proporciones, las medidas, el ritmo del mundo ordinario. Me niego a vivir en el mundo ordinario como mujeres comunes. Para entrar en relaciones normales. Quiero el éxtasis. Soy una neurótica, en el sentido de que vivo en mi mundo. No me ajustaré al mundo. Estoy ajustada a mí misma."


Anaïs Nin, un poco díscola, un poco errante. Totalmente pura.

"Yo sólo creo en la embriaguez, en el éxtasis, y cuando la vida ordinaria me atormenta, escapo, de una manera u otra. No más paredes."


Anaïs Nin es la madre del erotismo femenino. Mientras el siglo XX corría y su vida escribía tantas páginas sexuales como su obra, la niña que había sido se convirtió en mujer escritora amante de la psicología. Su costumbre fue cuestionar primero, para transgredir después. 

 "Quiero que mi erotismo se mezcle con el amor. El amor profundo que uno no experimenta a menudo...El amor nunca muere de una muerte natural. Se muere porque no sabemos cómo reponer su fuente. Muere de ceguera, errores y traiciones. Muere de enfermedades y heridas; muere de cansancio y de marchitamiento."

Con el arma de su tinta, excavó los roles de la mujer en la familia y en la sociedad, demolió el amor heteronormado, y dejó fluir mente y cuerpo por las aguas de la pasión y la intensidad. 

En la Bahía de Santa Mónica se esparcieron sus cenizas y sus memorias. Todavía puede respirarse el calor de su perfume emancipador.

 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario