Culpables




Ni el azúcar que nace oscuro,
ni el chancho que siempre comió las sobras
ni el opio que nunca quiso 
ser religión de los pueblos.

Ni los refugiados en sus pateras,
más abrigados de angustias que de ilusiones,
ni los pobres con su pobreza
en sus ranchos hacinados y olvidados.

Ni los obreros, de sus salarios adelgazados;
ni los mendigos, de su exclusión.
Ni los cincuenta y cuatro muertos en Once
ni los rockeros de Cromañón.

Ni los judíos en Alemania,
ni los árabes en Palestina,
ni Juana, de en la hoguera,
ni Alan, de la homofobia.

Ni las polleras cortas, 
ni  los pechos descubiertos
ni el derecho al goce mutuo
que se cuela en cada texto.

Ni las caricias clandestinas
empujadas por el viento
ni las formas de amor libre
que florecen en septiembre.

Ni tus ojos, ahora esquivos,
ni tu culpa en movimiento
ni el carmesí de tu boca 

que ya no se me despinta en mi del cuello.

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